Los niños, niñas y adolescentes asisten diariamente a sus aulas de clases con una carga emocional muy variada que depende de la diversidad de experiencias vividas en su entorno màs cercano (el hogar, la comunidad, la calle, el transporte privado o pùblico donde viaja a la escuela, atcètera).
Esas cargas emocionales pueden ser positivas (si la experiencia vivida fue agradable), o negativas (si por el contrario la experiencia fue muy desagradable para el). Por ejemplo; el niño, niña o adolescente que en el hogar ha recibido maltratos fìsicos, psicològicos y/o verbales de algùn familiar, asistirà a su escuela con una carga emocional muy agresiva que expresarà en el trato a sus docentes y compañeros de clases.
Igualmente ocurre con el docente quien cargado de problemas personales o laborales asiste a su centro de trabajo predispuesto hacia algunos de sus colegas y alumnos (generalmente hacia los màs intrusivos).
Es conveniente que el docente sepa dominar sus emociones negativas y enseñe a sus alumnos a hacer lo propio con las suyas a fin de evitar situaciones desagradables de confrontaciòn que pudieran generar ruido en el proceso de enseñanza-aprendizaje y entorpecer su labor educativa.
El diàlogo y la motivaciòn del docente hacia sus alumnos puede ayudar a superar las emociones fuertes (agresivas, confrontadoras, desafiantes...)
La confrontaciòn por el ejercicio de la autoridad del docente sobre el alumno, no es la mejor estrategia para resolver las situaciones generadas por los niños intrusivos dentro del aula. Tampoco lo es la amenaza (llevarlos a la direcciòn del plantel, citarles el representante, levantar actas, bajar la calificaciòn, asignar una nota negativa, etcètera). Al contrario, èstas medidas extremas pudieran dificultar aùn màs la situaciòn. No quiero decir con esto que debemos desecharlas de plano, sino màs bien reservarlas como unas medidas disciplinarias de extremo y ùltimo recurso.
Resulta muy efectivo hacerle saber a ese alumno o alumna, en un diàlogo franco y sincero, que usted es su amigo y que vale mucho para usted como persona y como ser humano. Es decir, que el alumno se sienta apreciado y estimado por su docente, darle la oportunidad de oírle y de que deje aflorar sus sentimientos, deseos y sensaciones; se asombrarìa usted de todo lo que ese ser lleva por dentro y que lo marca en su accionar diario.
Cuando dialogue con èl hàgale saber claramente que usted màs que su docente, es su amigo en quien puede confiar plenamente. Promètale lealtad y confidencialidad en todo lo que le dirà y expresarà. De esa lealtad y confidencialidad que usted le demuestre dependerà que ese alumno confíe plenamente en su persona y acepte sus exigencias de accionar en la escuela, el aula, y por què no, en el hogar y en la comunidad donde vive.
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