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04 septiembre, 2006

NIÑOS INTRUSIVOS (Artìculo Nº 008)

Seguramente a los lectores les sonará muy extraña esta nomenclatura, y de verdad que lo es pues a nadie se le puede ocurrir que existan tales Niños Intrusivos, sobre todo porque es una palabra incorrecta o que por lo menos no es reconocida por la RAE.

Realmente esta nomenclatura (si es que corresponde el término) la uso de forma muy genérica para referirme a aquellos niños y niñas que erradamente catalogamos en el día a día como “niños hiperactivos”, “mala conducta”, “tremendos”, “de conducta irregular”, y pare usted de contar. Y digo erradamente pues no es al docente de aula, sino al especialista de la conducta, a quien le corresponde definir con exactitud a estos niños, me refiero específicamente al psicólogo infantil, psiquiatra infantil, neurólogo, psicopedagogo…

Un Niño Intrusivo es, según mi apreciación, aquel que se caracteriza por su curiosidad impulsiva por entablar contacto invasivo con aquellas situaciones que lo rodean. Son indagadores, cuestionadores, buenos conversadores, distractivos, exploradores activos del espacio en el que se desenvuelve (escuela, hogar, comunidad), buscando conquistar esos espacios colectivos, sobre todo en la escuela, a fin de instaurar predominantemente sus ideas, intereses y su dominio sobre los demás.

A menudo, a veces en exceso, rechazan la autoridad del adulto (docente, padres, familiares, etcétera) como una forma de autodefensa y preservación en contra de aquello a lo que temen ya que en la mayoría de las veces se sienten amenazados en sus intereses primarios.

Adoran la libertad, sentirse desprendidos de cualquier atadura venga de donde venga, de ahí su continuo rechazo a las normas impuestas en el hogar, el aula de clases, en el grupo…

Estos niños, contrario a la que se cree, son muy fáciles de socializar; tómeles siempre en cuenta, pídales su opinión sobre asuntos relevantes y asígneles responsabilidades dentro del aula, la escuela y el hogar, es muy importante que se sientan valorados y útiles.

Ubíquelos muy cerca de usted, así los tendrá bajo su supervisión y observación directa. Seguramente se concentraràn mejor cerca de usted y del pizarrón.

Ofrézcales recompensas o estímulos positivos cuando las circunstancias lo ameriten (chupetas, caramelos, carita feliz, aprobación o reconocimiento social, una nota positiva en el cuaderno de trabajo). Repréndalo con severidad y contundencia de carácter cuando sea necesario, siempre respetando su integridad física y psicológica (sin maltratos físicos, verbales o psicológicos).

Nunca olvide llevar un registro anecdótico o bitácora de cada situación que lo involucre, ello le permitirá llevar una evidencia para futuras decisiones de tipo evaluativo y también, por qué no, sancionatoria cuando el caso lo amerite.

Si en algún momento tiene la percepción de que el niño o la niña están excediendo los límites permitidos, resulta muy efectivo llevarlos al baño a lavarse la cara con agua fría, luego siéntese con el a conversar, fuera del aula, sobre su actitud y las consecuencias que pudiera traerle si continua con ella. Y cuando tenga la necesidad de conversar con los representantes invite al niño a estar presente a fin de que participe en las decisiones que sobre su accionar se estén tomando, ello ayudará a su madurez.

Otra de las características que presentan estos niños y niñas es la necesidad de llamar la atención ya que por lo general carecen de afecto y de respeto en el seno familiar, cuando esta actitud sea reiterativa y molestosa lo mejo que usted puede hacer es ignorarla; verá como al poco tiempo desiste.

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